jueves, 11 de junio de 2009

Lugares comunes a lo patojo

A ojo de buen cubero

Tener buen ojo es una cualidad temible, y se les atribuye a los que construyen cubos, cubas y han viajado a Cuba. Estos últimos son los que mejor ojo tienen para escoger entre tantas bellezas juntas a la mujer que ha de acompañarlos por los caminos de Cuba y luego por los de la vida. Aunque, para ser sinceros, escoger en Cuba no requiere ojo de buen cubero sino buenos dólares y, muchas veces, la promesa de visitar un país capitalista para ver la diferencia.

Un cubero fabrica cubos, tira el ojo y luego el nivel y siempre falla el nivel. De tal manera que la apreciación es infalible; de ahí que, para refrendar un hecho o un acto perfecto en cualquier disciplina, acudimos a esta expresión. Así vemos construcciones como salidas de la academia: “Estamos en el trance crucial de una elección y todo hace presagiar, a ojo de buen cubero, que éstas serán definitivas y perfectas”.

Decíamos que tener buen ojo es una cualidad temible. Miren no más la apreciación de la suegra por el yerno; nunca falla. La novia no le ve defectos al zoquete que le tira el brazo por la cintura; si acaso los vislumbra y transforma en virtudes. La suegra manda el ojo hasta el repliegue más íntimo y determina que el tal yerno tiene escasa materia prima que satisfaga las necesidades de su hija (y las suyas). Si a esta deficiencia se le agrega una limitada capacidad de encanto hacia quien podría ser su alcahueta (cuando no su amante mayor), la suegra, llega a la conclusión definitiva: “Ese entelerido no es el tipo para mi hija”. Ahora toca convencer a la sonsa, que se derrite como mantequilla tirada al sol. Comienza el trabajo de demolición:

- ¿Sí vio, mija? Ese novio suyo evita que yo lo mire, algo sospechoso debe ocultar. ¿No se dio cuenta de que lo saludo con una sonrisa y a mí me tuerce la trompa? Se hace el disimulado frente a usted, porque parece que le gusto. Un hombre así es de cuidado. Hay mejores caballeros que ese langaruto desnutrido, y la están esperando-.

La suegra, a ojo de buen cubero, se tiró el idilio.

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