sábado, 26 de diciembre de 2009

Lugares comunes a lo patojo

Ahí está pintado

Una vez a un caricaturista payanés, godo, por haber militado en el partido liberal de los Lleras, le dio por pintar personajes de la vida nacional -no tuvo en cuenta a los de Popayán porque ¿para qué?, si no los conocen ni en Internet- y los llevó a un libro que se llamó: “Ahí están pintados”.  La ironía es patoja, pero tiene que ver con el significado preciso de la expresión del encabezado: sus acciones los definen tal como son, como en una pintura.

Cuando un casanova se atreve a asediar a una dama le regala flores, le lleva serenata, la invita a cine, le escribe cartas, está demostrando lo que es, un caballero; ahí está pintado.  En cambio el aprendiz de Rubirosa que insinúa su amor a la dama de sus desvelos con piropos de mal gusto como: “Mamacita, usted es una escultura con motor”, o “Preciosa, si me dice sí, yo le digo ya”, está retratándose tal como es, ramplón y pendejo; ahí está pintado.

También se pintan a sí mismos algunos profesionales de la ingeniería civil.  En un congreso nacional mostraban en video las metidas de pata de ciertos descuidados constructores: un puente peatonal por construir se lo dieron las autoridades de obras públicas santafereñas, para ser equitativas, a dos contratistas; el uno arrancó por una punta y el otro por la otra, pero no se hablaron.  Finalizado el puente cayeron en la cuenta de que no podía ser utilizado por los menos válidos, porque una punta arrancaba en rampa de caracol -hasta ahí la cosa rueda bien, dijo el mocho del carrito- y la otra terminaba en gradas -aquí ni modos de bajar si no es cargado-.  Ahí están pintados.

Nosotros los payaneses, que dejamos atrás los abolengos que nos endilgan otros ciudadanos de este país, también tenemos la costumbre de pintarnos tal como somos y no como nos ven.  Veamos estas definiciones patojas de payanés:

* Compra en Cali y fía en Popayán.
* Por no gastar, en vez de convidar a la novia a cine la lleva a ver los atardeceres.
* Pelea por cualquier cosa, nunca por lo importante.
* Se emborracha gratis, pasa el guayabo donde los suegros y pide prestado a todo el mundo para llegar a casa.
* Lee El Liberal cuando se lo prestan y El Tiempo cuando se lo regalan.
* No es envidioso, que es un defecto feo, es celoso del bien ajeno.
* Baila salsa mejor que los caleños, pero los jueves y viernes santos.
* Sabe más poesía que cualquier paisa, pero sólo declama borracho en el puente chiquito.
* No sirve de padrino, no compra lotería, no juega chance, no se apunta en rifas, no sirve de codeudor, no da recomendaciones, no sirve de testigo, no da limosna, no gasta, no compra.
* Se queja por los impuestos caros, pero los paga a plazos.

En alguna oportunidad llegó el  “Genio” Castrillón al Club Popayán un poco “desjaretao” en el vestir, y quiso entrar cuando había una recepción de socios.  El vigilante levantó la mano en señal de pare y le advirtió para que no entrara:

- Señor, aquí está prohibida la entrada a particulares.

El “Genio”, bien ocurrente y abriendo las manos como ave de los Andes, para mostrarse tal como era, preguntó:

- Y yo, ¿qué tengo de particular?

Ahí está pintado el “Genio”.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Lugares comunes a lo patojo

A vuelo de pájaro

¿Han visto cómo vuela un pájaro?  Rápido, en distancias cortas.  Seguramente por esta percepción se inventó este símil para indicar que algunas cosas se agarraron o se hicieron con rapidez; por ejemplo, alguna idea que se captó, alguna explicación que se dio.  Si de pájaros hablamos, hay unos encantadores como las mirlas que cantan por la mañana y a toda hora; los gorriones, que cuando comen pepitas de ají se erizan como saratanos; los cuervos, que aparecen de súbito en trajes de frac; las torcazas, que se meten en toda parte pero no dejan de ser ariscas; las golondrinas, preciosas cuando vuelan en grupo como abanico en despliegue; los canarios, tenores de sonidos celestiales.  Estos son los que me sé; hay otros, pero tendría que suspender aquí y jalarle a algo parecido a la cetrería, que podría llamarse pajarería o política maledicente.  Y no es el caso.

Esa virtud de coger con rapidez las ideas o las señas es de pocos elegidos.  Una arqueada de cejas de una bella mujer, que para el común de los hombres es un tic nervioso, para el afortunado es una invitación a recortar distancias y hay que hacer como el pájaro: volar con rapidez hacia la aurora o la perdición.  Lo evidente, un guiño, que indica gusto por la persona opuesta, sólo se hace una vez -más de dos es pornografía-, y el opuesto tiene que darse por enterado aunque sea con cualquier cursilería, pues de lo contrario se pierde el encanto y lo que sigue después del encanto.

Quien domina el lenguaje de los gestos ha alcanzado un elevado desarrollo en el arte del enamoramiento; quien los entiende, a vuelo de pájaro, es un consumado Valentino, traqueado en el arte de amar.  Esos tipos provocan envidia de la buena y de la mala, frente a nosotros los desentendidos que confundimos una mano femenina agitada hacia el corazón, con una invitación a conversar de negocios.  ¡Mensos que somos!  Si hasta le creemos al Nóbel -seguramente por lo novel- cuando dice: “Se puede ser amigo de una mujer sin acostarse con ella”.