lunes, 23 de febrero de 2009

Lugares comunes a lo patojo

A flor de piel

 

La piel de los niños es lo más parecido al pétalo de una rosa; a flor de piel es la tersura de una piel, la superficie que se ve y se siente como pétalo. 

Dichosos los enamorados que tienen muy de cerca la percepción de las dos cosas: la piel y el pétalo.  Las caricias sirven para eso; para descubrir los misterios del amor que resaltan a flor de piel.  Quien sabe acariciar, sabe amar, y si es un hombre el que sabe, tiene ganado el paraíso y negada cualquier leve expulsión, así haya culebras de por medio.  Si es una mujer quien tiene esta virtud, además de retener a su amor le alcanza para montar una sala de masajes.  En esto de las salas de masajes, los hombres estamos descartados, a no ser que instalemos una sala privada, recién casados o solteros.  En las salas de masajes las masajistas, bueno, son mujeres; y quienes reciben el servicio, bueno, son mujeres.  Los hombres no aguantarían una mínima caricia a flor de piel por su sensibilidad extrema a las manos ajenas y femeninas, sensibilidad que se nota en insistente protuberancia.  Es una limitante que descarta el que los hombres asistan a estas salas de masajes manejadas por mujeres; ahora, si las manejan hombres, peor; ningún hombre se dejaría tocar por otro hombre más allá del simple saludo.  Que conste que me refiero a hombres y a mujeres; no he hecho referencia a otro tipo de seres cuya sensibilidad no conozco sino en pintura o en canciones.

 

Decía que sólo recién casado o soltero el hombre instalaría una sala de masajes en su casa.  La razón es muy simple: de joven y soltero hay sensibilidad extrema y la novia no cobra; recién casado tiene masajista propia, cobra, pero uno no se da cuenta; además, goza de lo lindo.  El problema surge después de treinta años de casado; no hay sala de masajes, la sensibilidad se ha perdido -por lo menos para las actividades caseras- y la mujer descarta cualquier caricia del marido con un “dejales eso a los muchachos, que ya estás viejo”.  Hasta que viene la enérgica protesta del cincuentón hacia la consorte por la reciente compra de una mascota macho: “El perro sirve para que la mujer le acaricie las pelotas, algo que no hace con el marido”.

 

domingo, 22 de febrero de 2009

Lugares comunes a lo patojo

A boca de jarro

 

Jarro es una vasija de boca

Más angosta que la jarra

y con un asa, parte arqueada

y saliente, de donde se agarra.

 

Cuando un poeta levanta el jarro y de su boca bebe, está tomando, sin medida, el néctar de los dioses; es como decir, el agua de la vida o el embriagante zumo de la vid.  Quienes no tenemos la virtud de ser poetas, nos contentamos con tomar en vasos o en copas aguardiente -bebida letal del amor perdido- o vino, bebida que descubrió Noé -lo cual condujo a que sus hijos lo descubrieran “viringo”-, y les sirve a los chilenos para introducirse en las bolsas de valores.  A nosotros, como a los argentinos y a los europeos, el vino nos permite embriagarnos después de las comidas importantes -para los europeos y los argentinos todas las comidas son importantes- y evitar, a boca de jarro, la sorpresa de una “rasca” con cantaleta de fin de semana.

 

A boca de jarro encierra acción imprevista bajo otro contexto, tal como cuando aparece la mujer que deseamos, en el sitio que anhelamos, en el momento que soñamos, y resulta que es una realidad que nos lleva a dudar del movimiento de azar de las estrellas del zodiaco.  También puede ser que tengamos pesadillas de súbito, como recorrer el mismo laberinto de la angustia producida por una deuda mal pagada y mitad perdida.

 

Aquí en Popayán, donde hemos tenido presidentes de Colombia eméritos y livianos, donde los encontrábamos como peatones cansados en las calzadas huecas, le sucedió  a Guillermo León Valencia -años sesenta hará- que, en su condición de primer mandatario, se le arremolinara la plebe para pedirle, a boca de jarro, que pavimentara las calles destrozadas por chambas.  Guillermo León, repentino y razonable, dijo: “A estos patojos quién los entiende: tienen Presidente de la República, tienen Ministro de Obras Públicas, y todavía quieren que les pavimenten las calles”.